miércoles, 6 de agosto de 2008

Diciembre 11, Altamar

Eso que supones y preguntas acerca de mi inspiración al dedicarte estas líneas, no son otra cosa que mis pensamientos sobre ti, empeñados en salir a flote para perpetuarte en mi superficie. Ellos no vienen ni van. No hay que esperarlos como a los peces, hasta cuando piquen. Simplemente, se instalaron ahí desde cuando apareciste en mis aguas. Otra razón explica que por algún tiempo tuvieran que permanecer anclados: El mar exigía prudencia y hasta resignación. Hoy, todos ellos llevan grabado muy dentro tu nombre y tu presencia, a prueba de la sal y del tiempo. Nunca me dudes. Nunca, porque eres el origen, el viento y el destino de mis mejores razones y de todas estas líneas. En consecuencia, tu natural inquietud acerca de cuándo y cómo ocurren mis trances de inspiración, equivale a que preguntaras cada cuánto respiro. ¡Ni siquiera! Porque cuando deje de hacerlo, desde algún lugar en las profundidades de la Eternidad seguiré pensándote.

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