París, al final del camino...
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Montmartre
De los estereotipos sociales y culturales en determinadas regiones de
América Latina inherentes a la generación nacida hacia los años 40 del
S...
miércoles, 6 de agosto de 2008
Julio 18
Te asocio con la noche y a la noche contigo: En parte, por calladas y morosas estas horas, naturales de tan callada y morosa ausencia la tuya, sobre todo cuando la tarde se apaga y la ciudad se prende. De noche te descubrí y desde entonces ansiedad, largura, desvelo, incertidumbre, distancia, penumbra y todas las causas y las consecuencias de no verte ni saberte hacen del amanecer un solo espejismo. Pero, la noche también es inminencia: Contigo ella supone final de jornada, reencuentro, compañía, sosiego, fuego de leña, ternura, café caliente, refugio, sueño asegurado después del amor y los mejores frutos de tenernos. A su precio y dos caras, la noche es a la postre la moneda cuyo alto costo empiezo a pagar a plazos. En efecto, a la primera apuesta pactada con el destino, la jugué al aire a que muy pronto estarías conmigo, y cayó por el lado contrario, el de la cruz. Ahora, no tanto deséame la suerte. ¡Dámela, porque mi mejor suerte eres tú!
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