miércoles, 6 de agosto de 2008

Noviembre 8

Así como te veo y te respiro en todas partes, también sin hallarte te busco en todas ellas. Estás en todos mis lugares y en todas mis horas: Entre el bullicio y el fragor de cada día, entre la gente y lejos de ella en el silencio impenetrable instalado en las montañas. Estás en el cielo gris, en el verano, en la lluvia, en las flores, en el camino, en el atardacer, en la noche. No bien cierro los ojos, ya abres la puerta de mi sueño. Contigo me acuesto y me levanto contigo. Estás en mi sala, en mi ventana, a mi mesa, en mi pan, en mi ducha tibia, ante la chimenea conmigo, dentro de mi cama caliente. Y en cuanto no te gusta delegar, te veo preparando el café de la mañana o en los toques mágicos a la cena. Te veo y te siento en los días idos y en lo apacible por venir, talvez en un lejano y olvidado refugio como Rock Springs, Montana, o como Sukkertoppen, Groenlandia, y adonde llegada cierta hora nadie más te escuche por fin decirme: "Apaga la luz...".

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