miércoles, 6 de agosto de 2008

Enero 17

Hace mucho tiempo ya de François Voltaire aprendí una lección de obra y de palabra cuando dijo: "El primero que comparó a la mujer con una flor es un poeta. El segundo, un imbécil". Tentado hasta el desafío, toqué a la puerta de Madame Anne Thérèse de Lambert, quien salió a decir: "La mujer es el ser más indefinible del mundo". No conforme, consulté a Philippe Desstouches, cuya sentencia dice: "La mujer es un intermedio entre Dios y el Ángel". Recurrí luego a Daniel Darc, un convencido de que "las mujeres son como las olas del Océano: Todas son las mismas, pero jamás iguales". Y cuando trataba de conciliar sólo algunos de los raciocinios más universales, hoy como nunca encuentro el debate aún más incompleto. Modestia aparte, propongo enriquecerlo con mis más recientes experiencias, que de paso prometen sublimar la discusión. Aún bajo el riesgo de serme delirantemente única, todo ello es a causa de que apareciste tú.

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