miércoles, 6 de agosto de 2008

Mayo 30

Tras un año de ausencia igual a diez de destierro, por fin me hallaba a solas contigo, que lo ignorabas todo. Ahora estabas al timón, frente a la luz roja, cuando me plantaste con la alternativa de un gran amor platónico. Con estupor y con envidia pretendí la suerte de quien lograba el privilegio. Inclusive, por suponerte inquebrantable, también me sobrecogió tu exposición a lo imposible. Reanudaste la marcha y escéptico retrocedí sobre mi aletargada ilusión. Te miré a los ojos, y viajaban al infinito. Callada, ahora la ausente eras tú. Con éstas y otras evidencias en contra para tener que ocultarte mi ansiedad, algo debió guiñarme la próxima luz amarilla en la ruta para atreverme a contestar a tu pregunta: "¿Y tú, qué has hecho en todo este tiempo?". Entonces, me jugué la vida: "¡Pensarte mucho!". Esa luz amarilla que antecede al verde fue así el presagio para hoy, cuando confiesas que al amor era precisamente tu copiloto de ocasión...

No hay comentarios: